dilluns, 14 de gener del 2019

Enseñanza y aprendizaje de la lengua: ¿aprender la gramática o desarrollar competencias?


Enseñanza y aprendizaje de la lengua:
¿aprender la gramática o desarrollar competencias?

Mientras pensaba cómo enfocar el trabajo y qué decir en él, empezaron a llegar diferentes cuestiones sobre el nombre en sí de la asignatura “Enseñanza y aprendizaje de la lengua”. ¿Enseñanza de la lengua? pero ¿se enseña algo que ya se sabe? ¿cómo?.
Por un lado, el “cómo” responde a la metodología, es decir, en qué se enfocan estas clases de “enseñanza y aprendizaje de la lengua”. Por otro lado, te cuestionas si realmente la lengua se enseña o lo que se pretende es ampliar aquello que ya se sabe para formar ciudadanos competentes en diferentes habilidades (escritura, oralidad,…). (Cantero: 2012).
La “enseñanza y aprendizaje de la lengua” se ha centrado - y se centra- en su gran mayoría en la gramática, y se reduce al estudio de la ortografía y la sintaxis. De hecho, si pienso en mi yo “aprendiz de la lengua” me recuerdo haciendo dictados y una gran cantidad de análisis sintácticos, buscando los Sujetos y los Predicados: Más tarde, llamados SN y SV. Paralelamente, buscando sus núcleos e identificando sus complementos. Con los años aparecieron los cajoncitos y con ellos los famosos árboles sintácticos. Lo que se traduce a una enseñanza basada en “una presó de regles ortogràfiques i una selva d’arbres sintàctics” (J. M. Castellà: 2004. Pg. 43).
Por lo tanto, al recordar esto las preguntas ¿para qué enseñar gramática? ¿para qué saber el CD, CI, C. Agente, C. Pvo y un largo etc? cogieron más fuerza y sobre todo una de ellas ¿para qué (nos) sirve?.
Así que, me lancé a hacer esta pregunta en un par de chats de Whatsapp de amigas y amigos filólogas/os y algún lingüista “adoptado”. Fue curioso y, a la vez, esperado, porque empezaron a llover varias y diferentes posturas.
Obviamente, unos defendían con firmeza la enseñanza de la gramática y la sintaxis arguyendo que era para saber y entender la construcción de la lengua. Y a continuación, me llegó un artículo de José Luis González, profesor de literatura, que se titula ¿para qué sirve la sintaxis? (2014). El profesor recoge la respuesta de Álex Grijelmo, un periodista, al cual cita textualmente en su artículo, pues contesta a la pregunta en cuestión: «Para lo mismo que puede servir un crucigrama o un sudoku. Fundamentalmente para pensar. Analizar el idioma es hacer gimnasia mental para utilizarlo mejor, para escribir mejor, para expresar mejor, para comprender mejor. O sea, para mejorar. […] La sintaxis ayuda a pensar. Entre otras razones, porque se ocupa del orden de las palabras.»
De hecho, la misma persona del chat también me contestó que: “¿para qué hacemos diez mil sumas en el cole si después ya sabemos sumar? Pues para ser más agiles de mente y hacer gimnasia mental”[1]. Otra colega se sumó defendiendo que la sintaxis “ayuda a ordenar la mente a nivel neuronal pero que de todas formas, no deberíamos ser tan meticulosos con el nombre de las cosas y con lo que es correcto e incorrecto”. Ella hacía hincapié en la importancia del debate entre los alumnos que hay detrás de estas prácticas. Además comentó que ella cuando trabaja la sintaxis en clase lo hace en parejas o en pequeños grupos. Y que es ahí donde se enriquecen y aprenden los alumnos.
Otra nos envió la típica foto felicitando las Navidades de una forma muy original y recordando la asignatura de Sintaxis de Filología Hispánica de la UB.

Hecho que me llevó al blog de Zayas y su apuesta y defensa por explicar y enseñar la gramática generativa en las aulas de secundaria. La cual es mucho más intuitiva e invita al reto y al debate. De hecho, nosotros en las clases hacíamos los ejercicios en grupo y siempre según lo trabajado. Realmente, el debate que se desprendía en esos ejercicios, intentando resolver aquellas frases, era de aúpa. Así como también, la extensión que nos ocupaba aquella disección con ese nuevo método, pero lo recuerdo como algo divertido. Aunque ahora mismo no sabría hacer ni un arbolito de tales envergaduras ni a esos niveles sintácticos.

Sin embargo, y volviendo al tema que nos atañe y que surgió tras esta postura, me planteé si es necesario estudiar tan profundamente la gramática para conocer mejor tu propia lengua y, sobre todo si el hecho de conocer su estructura, en consecuencia, te hace mejor hablante o comunicador.
Según Zayas y citando a Lenz contesta esta última cuestión:

Lenz hace énfasis en que la gramática es “la exposición teórica y sistemática de los principios de la lengua” y que dicha exposición no debe llamarse arte sino ciencia. Pues el arte es otra cosa y según recoge la RAE, en una de sus acepciones, el arte “capacidad, habilidad para hacer algo”.



Por tanto, la gramática es una ciencia que estudian los lingüistas y los filólogos. Por lo que, su estudio no hace mejores hablantes, sino que simplemente te da un conocimiento más profundo sobre cómo se estructura. Sin embargo, un estudio de la lengua y, a su vez, gramatical, sí consigue abrir puentes con otras competencias. Tal y como apunta Zayas en su blog.

Llegados a este punto, aparece en el chat de Whatsapp la otra cara de la moneda, es decir, aquellos que piensan que con esto se pretende crear minifilólogos o mnilingüistas argumentando que: “hasta qué punto son determinantes los conocimientos gramaticales para desarrollar las habilidades comunicativas... cuando una pareja transmite su(s) lengua(s) a su hijo y este aprende a hablar, no lo hace sobre fundamentos gramaticales... ¿no?”. 
En los apuntes que tomé de las primeras clases aparece una frase que recoge muy bien esta idea “los niños ya son lingüistas, no debemos convertirlos en lingüistas”. No sé quién la dijo, pero si la apunté fue porque estaba de acuerdo con el significado que recoge y que se enlaza con uno de los artículos que tuve que leer para esta asignatura y explicar, como pude, a mis compañeros. Este artículo fue el de J. M. Castellà “Les ulleres del professor de llengua: la visió del llenguatge, abans i ara”,  en el que apunta que la lengua o “una llengua o varietat no s’aprèn principalment per un esforç voluntari i conscient, sinó que s’adquireix –i, en part, simplement, es desenvolupa-.” (2004. Pg. 44).
Acto seguido de la intervención en el grupo de Whatsapp me cayó en la bandeja de entrada del mail otro artículo titulado “El arte de no enseñar lengua” de Francisco José Cantero Serena (Universitat de Barcelona), el cual sigue bastante esta línea y cabe decir que me gustó la forma en la que el autor expone la idea que recoge el título de este.
Cantero defiende que no se trata de “enseñar” algo que ya se sabe sino que lo que se debe hacer es “no enseñar”, es decir, el alumno desde pequeño ya ha adquirido el lenguaje y ha desarrollado en diferentes grados las competencias básicas para ser un buen comunicador. (Cantero: 2012).
Para ello, argumenta que “la lengua no se puede “enseñar” […] para conseguir que nuestros alumnos sean hablantes de la lengua no basta con darles información […] sino que debemos promover sus procesos de adquisición y desarrollo de las competencias comunicativas. La adquisición no puede “enseñarse” pero sí puede gestionarse”. (Cantero: 2012. Pg. 1). 
Y es ahí donde aparece la figura del docente y la idea de que “el nuestro no es el arte de “enseñar”, sino el arte de “no enseñar” la lengua”. (Cantero: 2012. Pg. 1).  Desde esta perspectiva el docente deja de ser la persona que (con)tiene y vuelca su saber para empezar a ser aquel que gestiona la  adquisición de las competencias de su alumno para hacer de este un comunicador competente y eficaz. Por tanto, para el autor, “la lengua no es únicamente un código o un conjunto de códigos, sino que son las capacidades que nos permiten hablar y relacionarnos. Estudiar la lengua es pura erudición”. (Cantero: 2012).
Además, hace hincapié en que la lengua es aquello que tiene que ver con la comunicación y que la comunicación no se puede enseñar sino que comunicar es una acción y una acción solo puede hacerse. (Cantero: 2012).
Esto me recordó a otra frase apuntada en mi libreta que decía que “la llengua no és objecte, és activitat”.
Por tanto, una vez llegué hasta aquí con la cabeza llena de artículos y posturas diferentes acabé pensando que “enseñar la lengua” es una “tasca complexa” (Fontich y Vilà: 2013. Pg. 164), por el simple hecho de que nadie se pone de acuerdo y, al final, cada uno adopta la postura o el enfoque que más se asimile a sus ideas de “enseñar la lengua”.
Asimismo cada uno tiene su visión, pero de todas formas, se debe tener siempre presente el grupo que tienes delante y centrarte en sus necesidades e intentar presentar la “enseñanza de la lengua” como algo que sea de utilidad para su vida. Esto quiere decir, presentarla con frases reales, con materiales reales y situaciones reales en los que el alumno deba poner en práctica sus competencias, las cuales ya ha adquirido, y su lengua, la cual ya sabe también. Simplemente, el profesor debe ayudar a desarrollarlas y a hacerles más competentes, si cabe, para que lleguen a ser mejores comunicadores. Para eso es el estudio de la lengua y no solo de la lengua sino de todo lo que rodea a ella, la pragmática, la kinésica, la escritura, la oralidad, entre otras.
No se trata de hacer pequeños lingüistas o eruditos de la gramática pero sí se trata de que conozcan su propia lengua y sepan cómo estructurarla para poder estructurar también sus ideas así como su escritura y su oralidad.
Tal y como apunta Castellà “no hi ha dubte de que una certa dosi de coneixements reflexius és útil per acompanyar i millorar el domini del llenguatge, però no pot substituir-ne l’ús en contextos pràctics i reals” (Pg. 43).
A continuación se abre la cuestión de ¿cómo conseguir esto? O lo que es lo mismo, ¿qué podemos hacer para que todo esto confluya en el aula? Aquí entramos en otro debate.
Cómo conseguir este equilibrio entre no hacer minilingüistas y, a su vez, que conozcan la gramática y reflexionen sobre ella. Además, paralelamente que trabajen en el desarrollo de sus competencias básicas. Es decir, y tal y como recogen Xavier Fontich y Montserrat Vilà, se tiene que “posar el focus d’atenció en les habilitats d’escoltar, parlar, llegir i escriure, en definitiva d’interactuar, convertint la llengua en mitjà de comunicació i també d’aprenentatge” (2013. Pg. 1).
En este punto entraría otra ciencia, la didáctica ya que es la encargada de recoger todos estos aspectos para dar respuestas a ciertas necesidades que los docentes de lengua necesitan.
Siguiendo la línea de intentar crear un tapiz con todos estos conceptos y aprendizajes Fontich y Vilà rcogen el siguiente cuadro para entender la práctica de la educación lingüística en las aulas. (Fontich y Vilà: 2013. Pg. 165).

Por tanto, de lo que se trata es que el docente intente llegar a estos 8 puntos en su aula y en su labor como persona que acompaña en el desarrollo de las habilidades de sus alumnos. Generar este contrapunto no debe de ser fácil, por eso también insisten en que el docente no debe de encontrarse solo puesto que está dentro de un colectivo en el que entre todos deberían ayudarse con materiales, ideas o incluso con experiencias que puedan dar lugar a diferentes reflexiones y con ellas, quizás, a soluciones. (Fontich y Vilà: 2013).
A modo de conclusión, cabe destacar que, todo este aluvión de comentarios, reflexiones, ideas, artículos, posturas y experiencias que me han ido llegando me han servido de gran ayuda para dar respuestas a las preguntas iniciales. Me explico. Al principio, era bastante reticente con el hecho de enseñar la lengua solo a través de la gramática “pura y dura”. Sin embargo, después de todo este despliegue de diferentes posturas han hecho que, mi perspectiva de “la enseñanza de la lengua” y sobre todo, de la gramática vire hacia una nueva mirada. Esto se traduce a que gracias al compartir y al debatir he empezado a entender este gran engranaje de “la enseñanza de la lengua”. Además creo que, al fin y al cabo, esto es lo que esperamos todos los docentes de lengua poder alcanzar en nuestras clases algún día, es decir, el uso de la lengua para debatir y reflexionar sobre ella, mediante ella y a través de ella poder trabajar la oralidad y la escritura y, porque no, la literatura.



BIBLIOGRAFÍA
CANTERO SERENA, Francisco José (2012): El arte de no enseñar lengua. En Anais do I Congreso Internacional de Estudos do Espanhol. Universidad de Barcelona. Barcelona, 2012.
CASTELLÀ, Josep M. (2004): Les ulleres del professor de llengua: la visió del llenguatge, abans i ara. X Trobada de Centres d’Autoaprenentatge. Llengua i ús: revista tècnica de política lingüística, 33, 42-46
FONTICH VICENS, Xavier; VILÀ SANTASUSANA, Montserrat (2013): L’ensenyament de llengua a l’educació secundària: proposta d’un marc per a la reflexió. 2n Simposi sobre l'Ensenyament de la Llengua i la Literatura Catalanes a la Secundària i a la Universitat, celebrat el dia 11 d'octubre de 2013 a la seu de l'Institut d'Estudis Catalans (Barcelona). Universitat Autònoma de Barcelona, 2015 (p. 157-182).
PÁGINAS WEB:
GONZÁLEZ, José Luis. (2014). Diario HOY. Artículo “Para qué sirve la sintaxis?” Cultura. https://www.hoy.es/culturas/201405/06/para-sirve-sintaxis-20140506000521-v.html
ZAYAS, F. (2016). ¿Enseñar gramática es enseñar lengua?. Dentro del blog http://www.fzayas.com/ensenar-gramatica-es-ensenar-lengua/
ZAYAS, F. (2016). Enseñar gramática y lingüística cognitiva. Dentro del blog http://www.fzayas.com/linguistica-cognitiva-y-ensenanza-de-la-lengua/
ZAYAS, F. (2017). Sobre la finalidad de enseñar gramática. Dentro del blog. http://www.fzayas.com/de-nuevo-sobre-la-finalidad-de-la-ensenanza-de-la-gramatica/




[1] A partir de este momento se extraen comentarios de conversaciones de 2 grupos de Whatsapp.

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