dijous, 28 de febrer del 2019

De cánticos y rezos.

(Quisiera ser capaz de trazar un último apunte.
Una última bocanada.
Hablar de la lengua que visten
los juncos y los sauces.
Pero ocurre que, mientras yo tecleo estas líneas,
mi abuelo se está muriendo.

Ocurre,
me digo,
que la vida se apaga.

Mientras yo busco el modo de cumplir con las palabras
alguien en el hospital está a punto de morirse.
Alguien que nunca supo articular una palabra de agradecimiento. Que nunca supo querer. Nunca dejó que le quisieran. Cómo de quebrados han de estar los hilos para destejerse de ese modo.

La luz es incapaz de atravesar una roca quebrada.

Padre,
no permitiré que la historia repita su desgracia.
Tú no serás nunca su imagen.

Te doy mi palabra y repito como un cántico:
el lenguaje es importante
para que jamás lleguen a formarse estos vacíos en la carne.)

Cuatro pinceladas.

Éstas han sido, bajo mi punto de vista, los cuatro palos de la baraja:

Rúbrica, como el as de corazones. Si os soy franca (tranquila, mamá, que no pienso votar a Vox), durante esta asignatura fue la primera vez que escuché esta palabra en mi vida. O, por lo menos, que yo recuerde. Además, mi cabeza entendió algo así como una mezcla entre Rubik y Rubens. ¿Cubo? ¿Barroco? ¿Juego de pintura? (Ojalá, aunque mejor no decir qué rostro está pintado en la diana.) Hasta que llegó el debate, y comprendí que sí, en ciertas ocasiones puede ser una herramienta de gran ayuda para el docente, incluso para el propio alumno si participa de forma comprometida y abierta en su adquisición y mejora de conocimientos. Pero no todas las situaciones son válidas para todas las realidades, ni se debe intentar vender un único modelo como fiable e indiscutible si no contempla todas las perspectivas y características de la docencia y sus variantes.

Andamiaje, como el as de oros. Pasamos del recreo a la obra. La cosa va cogiendo forma poco a poco. De la infancia a la adolescencia. Se abre una puerta y, asomando la cabeza, aparece Vygotsky. Y echas la vista atrás, tanto en todos estos años como estudiante como en las ocasiones en las que te has visto a ti misma tras el otro lado de la mesa en el aula, y te cercioras de que el conocimiento debe ir de a cuatro manos, interviniendo solamente el docente para hacer crecer el carisma, interés y curiosidad del alumno que no sabe si es capaz de hacerlo por sí solo, pero termina aprendiendo que sí. Pero es difícil hacer las veces de docente, saber cuándo has de intervenir, hasta qué punto, cuándo no es necesario. Siempre la duda presente.

Debate, como el as de espadas. Si llegan a decirme antes de empezar el máster que íbamos a agruparnos en tantísimas ocasiones a lo largo de las clases y las asignaturas puede que no me lo creyera. Y para mí, que soy alguien a quien le cuesta abrirse de primeras, ha supuesto una incomodidad y un reto superado. Saber lidiar con las opiniones ajenas, construir un mismo barco en el que confluyan distintas ideas que vayan a parar al mismo sitio. Bien llevado, a veces es la mejor forma de retroalimentar la duda y, así, el conocimiento.

Aprendizaje compartido, como el as de bastos. Aunque un basto blandito, que no hiere ni tiene pretensión alguna de doler (aquello de la letra con sangre entra aquí no nos pertenece), sino todo lo contrario: pretende únicamente sumar conocimiento entre todos los que participan. Porque, al final de todo, se me antoja todo ello como una sola imagen: un tres de nou sense folre. Erguido, fuerte, que solamente duda al alzarse, pero que llega hasta el final y sin caerse.



Tras la tempestad, la calma.

Después de todo este sinfín de entradas, retornos, imágenes y pensamientos la única cosa que, creo, a día de hoy tengo clara es que somos gotas completamente distintas que saben formar un mismo río. Trataré de hacer un resumen, pero poco queda ya a estas alturas que no se haya dicho o compartido.

Yo misma, en un principio (y aún a día de hoy sigo con mis reticencias), me negué a colgar nada aquí, a compartir mis escritos. Lo cierto es que era más bien una mezcla de sensaciones y miedos para conmigo misma que otra cosa. A alguno le sonará aquello del síndrome del impostor, pues servidora lo ha sentido durante mucho tiempo al saberse rodeada por cabecitas llevadas con pies tan fuertes, valientes y válidos a su alrededor. (Sí, va por todos vosotros, compañeros.)

Esto no va a ser una respuesta a ninguna entrada en particular y a todas en general. Quizá una suerte de agradecimiento (y es que cuánto se aprende en silencio, en lo oscuro, leyendo y escuchando lo que otros verbalizan). Puede que el significado del blog, en definitiva, fuera una mezcla de muchas cosas: la creación de pensamiento, de dudas, de debate, de crítica (y autocrítica). De comunidad. Sea como fuere, y aunque pudiera haberse hecho de una mejor manera para otra ocasión, no ha estado del todo mal como experimento participativo. Ha sido un modo cuanto menos curioso de descubrirnos a nosotros mismos, de abrir las corazas y despuntar el ingenio de cada cual. (También, por qué no decirlo, una vía de escape alternativa que, considero, nos hacía falta entre tanta feria impostada.) Me ocurrió algo similar en la clase en la que compartimos un objeto preciado con todos: me he reído a carcajadas, sorprendido en ocasiones, quedado incluso un tanto “tocada y hundida” con algunos de vosotros; desde luego, una no se queda indiferente tras todos estos meses de idas y venidas, de experiencias, reuniones y disputas agitadamente cálidas. Si algo saco a relucir de todo esto es que todos tenemos una historia que contar y no debemos sentirnos diminutos por querer hacerlo, sino luchar para lograr nuestro camino.

Si me lo permitís, esto será lo último y, para mí, más importante que diré (o, al menos, por ahora): algunos de vosotros con vuestro tesón, implicación y terquedad me habéis enseñado os lo puedo asegurar– muchísimas más cosas que cualquier docente que hayamos tenido frente a ese pizarrón verde.

Hoy, con agradecimiento y cariño, brindo precisamente por vosotros.

El silencio también vale

Me pedís palabras que consuelan,
palabras que os confirmen
vuestras ansias profundas
y os libren
de angustias permanentes.
Pero yo ya no tengo 
palabras de este género.
Aceptad mi silencio: lo mejor
de mí. Huid del soplo que pronuncia,
en mi boca,
la amarga condición de lo humano.
Y, entretanto, dejadme contemplar
el vuelo de la ropa
tendido en las ventanas.

Poema extraído del poemario de Chantal Maillard. Hilos. Tusquets Editores. 3ª edición: enero de 2014.

Palabras clave

Después de estos meses de clase de “Ensenyament i aprenentatge de la Llengua”  me llevo aprendizajes varios. A continuación, he seleccionado las 5 palabras que definirían el paso por esta asignatura y las que me echo en la mochila. Antes, me gustaría aclarar que los puntos que encontraréis más abajo tienen un cierto orden. He querido reflejar los que considero más obvios (1-3), no solo para mí sino creo que para todos, y después aquellos otros (4-5) que me han resultado más complejos gestionar.


1.     Lengua.
La lengua y sus formas de enseñanza han sido las piezas fundamentales sobre las que esta asignatura se ha sostenido. Por un lado, la lengua nos ha ayudado a comunicarnos, es decir, la lengua como vía de expresión, tanto oral como escrita. Por otro lado, la enseñanza de esta que, en ocasiones, tantos debates ha generado dentro y fuera del aula.
https://www.pexels.com/photo/alphabet-class-conceptual-cube-301926/


2.     Gafas.
La mirada. Importante para cualquier docente. Es necesario cambiar de gafas para llegar a comprender otras visiones y sobre todo para alcanzar el panorama de todo un paisaje, en ocasiones, tan diferente al nuestro. Un ejemplo de ello, podría ser la participación activa del aula con las diferentes visiones de cada uno de nosotros sobre cómo enseñar la lengua y sobre nuevas formas de enseñarla.
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3.     Escucha activa.
La escucha activa. He escuchado las explicaciones, las lecturas de los cuentos, las preguntas y las intervenciones de mis compañeros. Aunque una de las actividades que recojo en la mochila sobre la escucha activa es la que hicimos el penúltimo día de clase cuando cada uno explicaba una historia sobre uno de tantos objetos que había seleccionado para explicarnos su historia en clase. Dinámicas así son las que hace que muchas veces tengamos todos los sentidos puestos en la actividad, porque considero que lo importante de la escucha activa en este caso es aprender un poco más quién somos cada uno de nosotros.
https://www.pexels.com/photo/animal-animal-photography-barbaric-big-561870/

4.     Reflexión.
La polémica y la controversia como ejercicio que ha dado paso a la reflexión sobre esta asignatura. La reflexión como pieza necesaria en cualquier actividad, lingüística o no. La reflexión como medio para alcanzar un tipo de criterio, el tuyo propio. Esta es una de las palabras que más me llevo. En esta asignatura, una de las cosas que más he hecho, ha sido reflexionar. En muchos momentos, sentía que había encendido un fuego mental y que mientras la llama no cesaba y el agua borboteaba, la cabeza me hervía en forma de diferentes pensamientos e ideas… Sin embargo, cuando todo aquel hervidero cesaba y llegaba la calma, era el momento de reflexionar y extraer las ideas propias. Así que, puedo confirmar que esta es la palabra estrella de la lista pues repito lo dicho arriba, una de las cosas que más he hecho en esta asignatura ha sido reflexionar sobre todo lo que engloba en ella.

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5.     Blog.
El Blog como herramienta de intercambio de información y donde quedarían recogidos los puntos del 1 al 4 de esta asignatura. El Blog como palabra estrella pues al final ha resultado ser una herramienta que, pese a negarme desde un principio a ella, ha conseguido que revise mis dioptrías y mejore, un poco, mi visión hacia ella.

https://www.pexels.com/photo/person-using-typewriter-1262972/
P.D.: Gracias, Pol M. porque a través de tu entrada en el Blog he conocido esta nueva página de imágenes. 



Do not throw the baby out with the bathwater


Do not throw the baby out with the bathwater

Error.
Hem après molts conceptes crucials (que podem trobar repetits al bloc: bastida, diàleg exploratori, reflexió metalingüística, etc.). Però sobretot m’agradaria destacar l’èmfasi que ha posat el professor Fontich en fer-nos veure que l’error forma una part inseparable de la nostra professió i que no per això haurem de tirar l’aigua bruta amb el nen a dins. Aprenem a mida que ens anem topant amb els errors, hi ha aprenentatge on hi ha conflicte, on es genera reflexió.

Assaig.
Implícitament lligat amb el terme anterior, l’assaig és el pas previ a l’error, però també a l’encert. De ben segur que haurem de passar per moltes moments d’improvisació. De fet, com deia Amélie, la vida és un assaig interminable d’una obra que mai s’estrenarà. Però d’això tracta la nostra professió, d’anar incorporant allò que ens funciona, d’omplir la maleta de recursos que ens ajudin a fer d’aquest assaig un espectacle digne d’admirar.

Compartir.
Compartir és primordial. Mai abans havia sigut tan conscient de la importància que té la posada en comú, la reflexió conjunta, etc. Realment em sembla increïble que fins als 24 anys no hagi descobert el poder que té la comunitat. Abans de començar el màster la idea de fer treballs en grup, de comentar textos en petit comitè, de posar tota la classe en rotllana em feia mandra, em creava malestar perquè ho considerava una pèrdua de temps. Creieu-me que ho pensava de debò, no perquè em sabés més llesta, sinó simplement perquè mai ho havia fet i pensava que un arribava sol al coneixement.


«Com m’imagino que seré com a professor?»: Test amb possibilitat de retorn

“Moltes vegades em pregunto com seré com a professora”. En Xavi va quedar captivat per l’inici del text de la Montse i, certament, jo també. Perquè és la pregunta per excel·lència que ens fem tots cada dia. Un interrogant sense una resposta única. De la mateixa manera que el coneixement es va construïnt de manera progressiva, l’ofici del mestre es basa en un camí d’aprenentatge constant i d’adaptació als nous contextos socio-educatius. I és que, al cap i a la fi, ser mestre és molt més que complir amb un currículum acadèmic. Recordem la imatge de la navalla multi-usos que hem vist en altres assignatures com a expressió gràfica de la transversalitat de la professió.

Figura 1. Vinyeta de l'humorista gràfic Forges.


Llegint alguns dels vostres escrits i els retorns d’en Xavi, he pogut constatar  el que sempre ha estat una realitat: l’esforç i la il·lusió per contribuir amb el nostre granet de sorra al món de l’educació ens farà vèncer. M'han meravellat l’originalitat i l’enginy de totes i cadascuna de les vostres aportacions al blog. Com ha dit la Míriam en un post anterior, segurament perquè venim de la rigidesa acadèmica de l’àmbit filològic, desconeixia que poguessin dissenyar-se propostes tan sorprenents amb tants pocs recursos. Que sapigueu que, si alguna cosa m’enduc d’aquest màster, és una motxilla plena a vessar amb les vostres idees. 

Amb la intenció de lloar algunes de les vostres contribucions, i perquè durant les classes d’en Xavi hem vist com sempre s’aprèn més a partir del joc ben dirigit i amb implicacions pedagògiques, he dissenyat un breu qüestionari per saber quin perfil docent ens escau més. Es tracta d’un simple joc, ja he dit que la identitat del mestre es troba en permanent revisió, però a qui no li agrada prendre partit? Sou capaços d’intuir amb quin text o retorn es correspon cada resposta? Comencem!

  1. Idea que consideris clau per encarar el bon funcionament d’una classe.
A. La creativitat és més important que tenir-ho tot sota control, atès que ens ajuda a resoldre problemes complexos i inesperats.
B. L’actitud del mestre i la seva predisposició a escoltar l’alumnat. 
C. Cal treballar la motivació i la implicació de l’alumnat a través d’activitats contextualitzades, significatives i lligades a pràctiques socials i usos comunicatius reals. 
D. La reflexió del propi docent sobre la feina que porta a terme diàriament és fonamental, ja que ens ajuda a potenciar els aspectes més positius i a reorientar les dinàmiques que no acaben de funcionar. 

  1. Amb quin gènere discursiu t’identifiques més?
A. L’assaig introspectiu, en la línia de Jo confesso, de Jaume Cabré. Tota possibilitat de millora passa per ser conscients de les nostres pràctiques educatives!
B. El rap gamberro. La música amaina les feres i transforma en planera fins i tot la lliçó més feixuga! 
C. La fàbula pedagògica. A qui no li agrada llegir un bon conte? 
D. La guia interactiva. Les TIC han arribat per quedar-se! 

  1. Quina de les següents afirmacions dites per un personatge famós representa millor la teva manera d’entendre l’educació?
A. Sabem el que som, però no el que podem arribar a ser (Shakespeare). 
B. La llengua se l’han de fer seva / no és un mer mitjà de comunicació / que hi trobin el sentit i la trempera / que la dominin pel davant i pel darrere / que li vegin utilitats en funció / i no els pugui prendre el pèl qualsevol orador (Pere The Best). 
C. Si no t’equivoques de tant en tant vol dir que no ho intentes (Woody Allen).
D. Els encerts desperten la nostra autoestima i adormeixen la capacitat per aprendre. Els errors desperten la nostra capacitat per aprendre i adormeixen l’autoestima (Wagensberg). 



RESULTATS


Figura 2. Paròdia sobre els diferents tipus de docents que existeixen.



Majoria de respostes A: En el post d’una altra companya, es compara el procés d’aprenentatge amb l’anar en bicicleta. Tant se val les vegades que caiguis i t’equivoquis, doncs la clau de l’èxit rau en aixecar-se i tornar-ho a intentar fins que s’assoleix la fita plantejada. Qüestionar-se coses és l’acte de major humilitat imaginable. Creatiu/va i amb empenta, l’alumnat tindrà molta sort de tenir-te com a mestre!

Majoria de respostes B: Com diu en Xavi al retorn, “n’hi ha que són valents de mena, / i et treuren dels ulls la bena. […] Que un futur profe s’hi posi / sense agror ni fent el tòtil / mostra un amor per l’ofici / tendre i sa, fora desfici!”. L’humor ben canalitzat sempre ha estat l’artefacte més poderós per captar l’atenció d’aquell que t’està escoltant. I més encara si ho fas rapejant! 

Majoria de respostes C: Desplaçar el focus d’atenció del professorat a l’alumnat. Alguns ho adopten com un simple eslògan; altres ho porten a la pràctica, com és el teu cas! En aquest afany, trobes recursos per fomentar la implicació de tothom fins i tot sota les pedres. I és que ja ho diu el teu admirat Woody Allen: “Una pel·lícula d’èxit és aquella que aconsegueix portar a terme una idea original”. 


Majoria de respostes D: Alguns professors viuen anclats en aules en blanc i negre, però els temps canvien amb rapidesa i les pràctiques socials de l’alumnat encara més. Internet ha arribat per quedar-se i és la nostra responsabilitat treure'n el major profit per potenciar les habilitats comunicatives dels adolescents. És el moment de l’aula 2.0! 

Altres contes


Com ha subratllat l’Eloy, en aquest curs el Xavi ha dedicat un temps a cada classe a llegir-nos històries, algunes de les quals, si no recordo malament, van despertar cert malestar en el grup classe. No obstant això, trobo que ha estat enriquidor aquest espai dedicat a la lectura. Així, per exemple, em ve a la ment aquell moment en què la Sònia, seguint les directrius del Xavi, va haver de controlar com anàvem reaccionant els alumnes a una falta d'aprovació cap a les nostres intervencions per part del professor. Sí, reconec que em vaig sentir “conillet d’índies” –i així ho vaig fer notar– però és innegable que la impassibilitat del professor va condicionar les nostres opinions, i fins i tot, m’atreviria a dir que va fer créixer la inseguretat en alguns de nosaltres (jo m’incloc en aquest grup).

Aprofitant aquest espai per a la lectura, m’agradaria recomanar-vos un relat de Pere Calders, que es titutla “Un crim” i que trobo especialment bo pel personatge de la tieta (la veritat és que aquesta dona diu molt poca cosa en tot el conte, però tot i així és molt punyetera). He remenat i remenat per Internet però m'ha estat impossible trobar-lo. Malgrat tot, si el llegiu, espero que us agradi i que em pugeu perdonar per haver escollit un conte en el qual es fa sentir l’expressió “perdre oli” –al meu parer, completament desfasada al segle XXI. Així i tot, desitjo que us agradi i que rieu tant com jo ric quan el llegeix-ho.

Per compensar-ho, us deixo aquí un altre conte de Quiroga, que encara avui dia em té fascinada.

"El hijo"
Es un poderoso día de verano en Misiones, con todo el sol, el calor y la calma que puede deparar la estación. La naturaleza, plenamente abierta, se siente satisfecha de sí.
Como el sol, el calor y la calma ambiente, el padre abre también su corazón a la naturaleza.
-Ten cuidado, chiquito -dice a su hijo, abreviando en esa frase todas las observaciones del caso y que su hijo comprende perfectamente.
-Si, papá -responde la criatura mientras coge la escopeta y carga de cartuchos los bolsillos de su camisa, que cierra con cuidado.
-Vuelve a la hora de almorzar -observa aún el padre.
-Sí, papá -repite el chico.
Equilibra la escopeta en la mano, sonríe a su padre, lo besa en la cabeza y parte. Su padre lo sigue un rato con los ojos y vuelve a su quehacer de ese día, feliz con la alegría de su pequeño.
Sabe que su hijo es educado desde su más tierna infancia en el hábito y la precaución del peligro, puede manejar un fusil y cazar no importa qué. Aunque es muy alto para su edad, no tiene sino trece años. Y parecía tener menos, a juzgar por la pureza de sus ojos azules, frescos aún de sorpresa infantil. No necesita el padre levantar los ojos de su quehacer para seguir con la mente la marcha de su hijo.
Ha cruzado la picada roja y se encamina rectamente al monte a través del abra de espartillo.
Para cazar en el monte -caza de pelo- se requiere más paciencia de la que su cachorro puede rendir. Después de atravesar esa isla de monte, su hijo costeará la linde de cactus hasta el bañado, en procura de palomas, tucanes o tal cual casal de garzas, como las que su amigo Juan ha descubierto días anteriores. Sólo ahora, el padre esboza una sonrisa al recuerdo de la pasión cinegética de las dos criaturas. Cazan sólo a veces un yacútoro, un surucuá -menos aún- y regresan triunfales, Juan a su rancho con el fusil de nueve milímetros que él le ha regalado, y su hijo a la meseta con la gran escopeta Saint-Étienne, calibre 16, cuádruple cierre y pólvora blanca.
Él fue lo mismo. A los trece años hubiera dado la vida por poseer una escopeta. Su hijo, de aquella edad, la posee ahora y el padre sonríe…
No es fácil, sin embargo, para un padre viudo, sin otra fe ni esperanza que la vida de su hijo, educarlo como lo ha hecho él, libre en su corto radio de acción, seguro de sus pequeños pies y manos desde que tenía cuatro años, consciente de la inmensidad de ciertos peligros y de la escasez de sus propias fuerzas.
Ese padre ha debido luchar fuertemente contra lo que él considera su egoísmo. ¡Tan fácilmente una criatura calcula mal, sienta un pie en el vacío y se pierde un hijo!
El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias fuerzas.
De este modo ha educado el padre a su hijo. Y para conseguirlo ha debido resistir no sólo a su corazón, sino a sus tormentos morales; porque ese padre, de estómago y vista débiles, sufre desde hace un tiempo de alucinaciones.
Ha visto, concretados en dolorosísima ilusión, recuerdos de una felicidad que no debía surgir más de la nada en que se recluyó. La imagen de su propio hijo no ha escapado a este tormento. Lo ha visto una vez rodar envuelto en sangre cuando el chico percutía en la morsa del taller una bala de parabellum, siendo así que lo que hacía era limar la hebilla de su cinturón de caza.
Horrible caso… Pero hoy, con el ardiente y vital día de verano, cuyo amor a su hijo parece haber heredado, el padre se siente feliz, tranquilo y seguro del porvenir.
En ese instante, no muy lejos, suena un estampido.
-La Saint-Étienne… -piensa el padre al reconocer la detonación. Dos palomas de menos en el monte…
Sin prestar más atención al nimio acontecimiento, el hombre se abstrae de nuevo en su tarea.
El sol, ya muy alto, continúa ascendiendo. Adónde quiera que se mire -piedras, tierra, árboles-, el aire enrarecido como en un horno, vibra con el calor. Un profundo zumbido que llena el ser entero e impregna el ámbito hasta donde la vista alcanza, concentra a esa hora toda la vida tropical.
El padre echa una ojeada a su muñeca: las doce. Y levanta los ojos al monte. Su hijo debía estar ya de vuelta. En la mutua confianza que depositan el uno en el otro -el padre de sienes plateadas y la criatura de trece años-, no se engañan jamás. Cuando su hijo responde: “Sí, papá”, hará lo que dice. Dijo que volvería antes de las doce, y el padre ha sonreído al verlo partir. Y no ha vuelto.
El hombre torna a su quehacer, esforzándose en concentrar la atención en su tarea. ¿Es tan fácil, tan fácil perder la noción de la hora dentro del monte, y sentarse un rato en el suelo mientras se descansa inmóvil?
El tiempo ha pasado; son las doce y media. El padre sale de su taller, y al apoyar la mano en el banco de mecánica sube del fondo de su memoria el estallido de una bala de parabellum, e instantáneamente, por primera vez en las tres transcurridas, piensa que tras el estampido de la Saint-Étienne no ha oído nada más. No ha oído rodar el pedregullo bajo un paso conocido. Su hijo no ha vuelto y la naturaleza se halla detenida a la vera del bosque, esperándolo.
¡Oh! no son suficientes un carácter templado y una ciega confianza en la educación de un hijo para ahuyentar el espectro de la fatalidad que un padre de vista enferma ve alzarse desde la línea del monte. Distracción, olvido, demora fortuita: ninguno de estos nimios motivos que pueden retardar la llegada de su hijo halla cabida en aquel corazón.
Un tiro, un solo tiro ha sonado, y hace mucho. Tras él, el padre no ha oído un ruido, no ha visto un pájaro, no ha cruzado el abra una sola persona a anunciarle que al cruzar un alambrado, una gran desgracia…
La cabeza al aire y sin machete, el padre va. Corta el abra de espartillo, entra en el monte, costea la línea de cactus sin hallar el menor rastro de su hijo.
Pero la naturaleza prosigue detenida. Y cuando el padre ha recorrido las sendas de caza conocidas y ha explorado el bañado en vano, adquiere la seguridad de que cada paso que da en adelante lo lleva, fatal e inexorablemente, al cadáver de su hijo.
Ni un reproche que hacerse, es lamentable. Sólo la realidad fría, terrible y consumada: ha muerto su hijo al cruzar un… ¡Pero dónde, en qué parte! ¡Hay tantos alambrados allí, y es tan, tan sucio el monte! ¡Oh, muy sucio ! Por poco que no se tenga cuidado al cruzar los hilos con la escopeta en la mano…
El padre sofoca un grito. Ha visto levantarse en el aire… ¡Oh, no es su hijo, no! Y vuelve a otro lado, y a otro y a otro…
Nada se ganaría con ver el color de su tez y la angustia de sus ojos. Ese hombre aún no ha llamado a su hijo. Aunque su corazón clama por él a gritos, su boca continúa muda. Sabe bien que el solo acto de pronunciar su nombre, de llamarlo en voz alta, será la confesión de su muerte.
-¡Chiquito! -se le escapa de pronto. Y si la voz de un hombre de carácter es capaz de llorar, tapémonos de misericordia los oídos ante la angustia que clama en aquella voz.
Nadie ni nada ha respondido. Por las picadas rojas de sol, envejecido en diez años, va el padre buscando a su hijo que acaba de morir.
-¡Hijito mío..! ¡Chiquito mío..! -clama en un diminutivo que se alza del fondo de sus entrañas.
Ya antes, en plena dicha y paz, ese padre ha sufrido la alucinación de su hijo rodando con la frente abierta por una bala al cromo níquel. Ahora, en cada rincón sombrío del bosque, ve centellos de alambre; y al pie de un poste, con la escopeta descargada al lado, ve a su…
-¡Chiquito…! ¡Mi hijo!
Las fuerzas que permiten entregar un pobre padre alucinado a la más atroz pesadilla tienen también un límite. Y el nuestro siente que las suyas se le escapan, cuando ve bruscamente desembocar de un pique lateral a su hijo.
A un chico de trece años bástale ver desde cincuenta metros la expresión de su padre sin machete dentro del monte para apresurar el paso con los ojos húmedos.
-Chiquito… -murmura el hombre. Y, exhausto, se deja caer sentado en la arena albeante, rodeando con los brazos las piernas de su hijo.
La criatura, así ceñida, queda de pie; y como comprende el dolor de su padre, le acaricia despacio la cabeza:
-Pobre papá…
En fin, el tiempo ha pasado. Ya van a ser las tres…
Juntos ahora, padre e hijo emprenden el regreso a la casa.
-¿Cómo no te fijaste en el sol para saber la hora…? -murmura aún el primero.
-Me fijé, papá… Pero cuando iba a volver vi las garzas de Juan y las seguí…
-¡Lo que me has hecho pasar, chiquito!
-Piapiá… -murmura también el chico.
Después de un largo silencio:
-Y las garzas, ¿las mataste? -pregunta el padre.
-No.
Nimio detalle, después de todo. Bajo el cielo y el aire candentes, a la descubierta por el abra de espartillo, el hombre vuelve a casa con su hijo, sobre cuyos hombros, casi del alto de los suyos, lleva pasado su feliz brazo de padre. Regresa empapado de sudor, y aunque quebrantado de cuerpo y alma, sonríe de felicidad.
Sonríe de alucinada felicidad… Pues ese padre va solo.
A nadie ha encontrado, y su brazo se apoya en el vacío. Porque tras él, al pie de un poste y con las piernas en alto, enredadas en el alambre de púa, su hijo bienamado yace al sol, muerto desde las diez de la mañana.

Marta Vilà - Retorn Document 1

Font El primer que he de dir és que aquest text està molt ben escrit, començant amb dos moviments retòrics molt efectius: la cita d...