Por la diversidad...
En este escrito intentaré responder a algunas de las cuestiones que me planteó en la devolución de mi primer trabajo. He de confesar que he leído la mayoría de los textos y devoluciones realizadas a mis compañeros y entiendo que usted no decidiera darme una postal (aunque las coleccione).
1. En una de las partes de su devolución me preguntaba si las personas del máster daban su opinión con comodidad.
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2. En cuanto a mi siguiente afirmación: “las actividades más lúdicas del currículo si podemos utilizar de alguna forma las TIC, para conceptos metalingüísticos de la lengua o ejercicios más teóricos o normativos no creo que sea ni necesario ni apropiado utilizarlas”. Mi intención es compartir la idea de que debemos abrir la mente hacia otras formas de enseñar lengua. Lo que pretendo decir es que una aplicación adecuada de las TIC en el aula, puede ser una herramienta efectiva para mejorar la enseñanza y el aprendizaje compartido de la lengua o la literatura. Evidentemente, a priori existen ciertas actividades que se prestan más a realizarle con ayuda de las TIC (tengo en mente la literatura en su definición más genérica) y otras actividades más “tradicionales” (tengo en mente las ecuaciones de segundo grado) en el mal sentido de la palabra, a las que le veo menos posibilidades a la hora de utilizar las TIC.
3. Me preguntó en el retorno si el docente no debe buscar una nueva identidad como tal. En mi opinión, creo que la identidad final de un docente de lengua, hoy en día, es un compendio infinitivo de virtudes, aptitudes y actitudes con una gran dosis de paciencia y una dosis aún mayor de sentido del humor. Tenemos que saber psicología, pedagogía, sociología, ética, valores, diversidad, TIC, TAC, TUC y además lengua. Debemos ser superdocentes y este hecho resulta totalmente agotador y abrumador. En definitiva, tenemos un largo camino por delante e intentaremos hacerlo lo mejor posible.
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