Bienvenidos compañeros y compañeras y todo público de este blog. El proyecto de educadora en construcción continúa; después de unos meses puedo decir que tengo alguna herramienta más en mi mochila profesional, pero aún está muy vacía. Nuestro proceso de aprendizaje no ha hecho nada más que empezar.
En esta ocasión, mi escrito está encaminado a reflexionar sobre el retorno que he podido recibir de mis páginas anteriores por el profesor Xavier Fontich, un elemento muy importante que ya señalé en aquel texto inicial. Para ello, en esta ocasión he querido aportar dos elementos nuevos: el primero de ellos es una entrevista a una chica(Laura) que podría ser alumna nuestra el año que viene (Si queréis leer la entrevista consultad el link que tenéis a continuación) y el segundo a través de una carta dirigida a sus profesores sobre la experiencia de la evaluación. Espero que nos aporte una herramienta, una nueva visión que incorporar a nuestra mochila.
https://docs.google.com/document/d/1-_FQNTYjfAbxsUCWxjUZWKwfhjQvvhbOSOqCxr2XPR8/edit?usp=sharing

Autorretato, Artemisia Gentileschi
(1638-39)
Queridos futuros compañeros y compañeras de profesión,
(1638-39)
Queridos futuros compañeros y compañeras de profesión,
Hace
unos días tuve una entrevista con Laura que quizá os pueda
interesar. Como futura docente, me interesé por sus estudios y
algunos aspectos de la metodología, en concreto, sobre la
evaluación. Últimamente en el máster estamos hablando mucho sobre
el tema y con el diseño de nuestra Secuencia Didáctica aún más.
Me sorprendió que diez años después de finalizar mis estudios de
Secundaria las cosas sigan estando prácticamente igual y los alumnos
sean mero objeto de trabajo/examen y su nota correspondiente.
Le
expliqué a grandes rasgos la propuesta que se nos estaba enseñando
en las sesiones de diferentes asignaturas y lo que más me sorprendió
es que no tenía ni idea que esto existía. Jamás ha realizado una
autoevaluación y el único feedback que ha tenido con
vosotros es cuando hace preguntas sobre su nota. Es por ese motivo
que he decidido escribiros esta carta.
Os
escribo en primer lugar por vosotros, por vuestro trabajo. Un
profesor de la facultad, Xavier Fontich, nos dijo en una sesión que
no hay nada peor que estar todo un fin de semana corrigiendo trabajos
para que después el alumno mire la nota y lo guarde en la carpeta
sin más. Yo aún no he tenido la oportunidad de poder evaluar y
sentir la sensación de corregir, pero desde luego que no me gustaría
nada esforzarme y sacrificar mi tiempo de ocio para acabar en una
carpeta llena de papeles. Así que os animo a valorar vuestro trabajo
y a hacer que los demás lo valoren.
En
segundo lugar y la más importante os escribo por los alumnos. Cada
uno de ellos tiene derecho a aprender y reflexionar sobre los errores
y sobre los aciertos. Si únicamente se les ofrece la posibilidad de
entregar un trabajo y obtener una nota los alumnos no lo vuelven a
mirar y acaba siendo uno más de su etapa educativa; uno más para
cumplir el expediente. Tenemos que favorecer que den valor a su
esfuerzo y que puedan mejorar día a día con pequeños actos.
¿Y
de qué manera se puede hacer? Seguro que como grandes profesionales
sabéis donde buscar recursos, pero os quiero contar mi experiencia
que como alumna me ha servido. Hace unos meses realicé un trabajo en
el cual dediqué mucho tiempo y esfuerzo para llevarlo a cabo. Sé
que no fue el más brillante de todos porque no recibí la postal de
la excelencia. Mi escritura no es tan buena como la de mis compañeros
y mi originalidad tampoco. La verdad es que no se me habría ocurrido
nunca hacer un rap. Si me hubiera quedado únicamente con eso, puesto
que nadie ha recibido una nota, mis expectativas sobre mi y mi
trabajo hubieran quedado por el arrastre. Sin embargo, todos
recibimos una respuesta por parte del profesor donde se denotaba que
había una lectura en profundidad sobre éste. Ese retorno no podía
quedar ahí sin más, sino que debíamos elaborar un texto reflexivo
de respuesta. Así que retomé mi escrito y revisé los comentarios.
Observé que en primer lugar había realizado un apunte positivo
sobre mi propuesta y la de todos mis compañeros. Es bueno que te
digan las cosas buenas y no siempre las que haces mal.
Posteriormente, señalé aquellos errores y reflexioné sobre su
idoneidad, la expresión escrita, el vocabulario, etc. Así que
dejando de lado todo lo que había envuelto las sesiones posteriores
a la entrega de éste, me di cuenta que había aprendido mucho más
así que como he llevado a cabo toda mi educación.
Con
este ejemplo os quiero mostrar que a mi me ha servido y que
seguramente a vuestro alumnos, como Laura, también. Nadie dijo que
la profesión de docente fuera fácil, pero si realmente sentimos
vocación debemos renovarnos constantemente, adaptarse a las
necesidades y emplear nuestros esfuerzos en sentir una satisfacción
con nuestro propio trabajo y con la progresión del alumno.
Sin
intención de extenderme más, os felicito por la labor que hacéis
día a día y por la que estoy segura que seguiréis haciendo.
Atentamente,
Bego
Ruano
Febrero
del 2019.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada